A unas once millas marinas al sudeste de Puerto Deseado, en la costa Este de la Provincia de Santa Cruz emerge de entre las aguas, como un exponente prehistórico, la Isla Pingüino. Se trata de una plataforma rocosa que data del período jurásico en la que habita el llamativo pingüino de penacho amarillo, al que miles de visitantes, entre octubre y abril de cada año, se acercan a conocer con sumadas expectativas y curiosidad.
Se trata de una especie que suele permanecer en el mar por varios días seguidos y bucear a cien metros de profundidad mientras se haya cazando.
Sus colonias son multitudinarias en temporadas reproductivas, por lo que para los visitantes que se lanzan a conocerles en la Isla Pingüino, la experiencia es desbordante. Si bien pueden ser agresivos entre ellos, cuando disputan nidos, derechos de apareamiento y comida; los turistas logran establecer con ellos un contacto cercano, lo que invita a registrar la experiencia con postales extraordinarias de esta especie visualmente tan atractiva.
En su trashumar terrestre, adaptándose al terreno rocoso los pingüinos penacho amarillo tienen un salto característico para moverse de una piedra a otra, por lo que reciben el apodo de “saltarrocas”. Esta práctica les diferencia de otras especies que suelen deslizarse en el hielo sobre sus vientres.
En el relato de los guías, ciertas características de la vida social de los pingüinos penacho amarillo suelen despertar curiosidad entre los visitantes. Entre ellas, que suelen formar parejas de por vida y que vuelven a los mismos nidos que dejaron en los años anteriores; que se turnan los adultos para incubar los huevos; y que, tras depender de sus padres para ser alimentados con peces, los pichones se reúnen con sus pares en una guardería para aprender colectivamente a nadar y cazar.
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