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Área Natural Protegida Punta Marqués - Rada Tilly - provincia de Chubut |
Por Mariana Pérez Márquez. Luego de analizar el qué, el porqué y el cómo del Turismo Sostenible, es momento de intentar dilucidar para qué es importante embanderar y seguir transitando los múltiples y desafiantes senderos hacia el turismo sostenible.
Para ello, parto de la noción del territorio que es el escenario donde en definitiva se estructura, conforma y desarrolla el sector turístico en toda su plenitud y es por ello que a lo largo de estos cuatro capítulos busqué en todo momento reflejar el enfoque multidimensional.
Desde ese enfoque también hay que reconocer que, lamentablemente aún hoy día, y pese a las pruebas científicas (que comentaremos), son muchos que siguen negando una situación global compleja que se caracteriza por los riesgos de desastres existentes en todos y cada uno de los destinos turísticos de todo el mundo.
Hoy no hay ningún territorio turístico que esté libre de sufrir algún tipo de desastre y ello impactará directamente en la competitividad tanto de los destinos como de los negocios. Para ello debemos actuar sin pérdida de tiempo con el propósito de consolidar un sector turístico resiliente y minimizar las pérdidas que puedan ocurrir ya sea por desastres de origen natural o de origen antrópico.
Como ejemplo de ello un estudio del Banco Mundial: “Impactos de las crisis climáticas en la pobreza y la macroeconomía en la Argentina” analiza cómo el cambio climático ha afectado la economía del país y qué se espera a futuro. Al respecto, el calentamiento global augura un futuro en el que los desastres de origen natural se multiplicarán y se intensificarán y en este sentido no hay tiempo ni espacio que perder. Pero esto en nuestro país no debería sorprendernos.
En la mayor parte de la República Argentina no patagónica, durante el periodo 1960-2010 se observó un aumento de la temperatura media de alrededor de 0,5°C, con máximos mayores a 1°C en diversas zonas de la Patagonia. Asimismo, se observaron cambios en el este y en el norte del país respecto a la frecuencia de temperaturas extremas, menores heladas y mayor frecuencia de las olas de calor.
A su vez, la cantidad de días al año con olas de calor se duplicó entre 1960 y 2010, y se observó un aumento considerable respecto del número de días con olas de calor, en particular en las regiones próximas a la ciudad de Buenos Aires.
En cuanto a las proyecciones de temperatura, hacia fin de siglo las mismas prevén un incremento en todo el territorio nacional, destacándose el caso del noroeste argentino, con un aumento de más de 3°C para un escenario de altas concentraciones (PNAyM[1], 2019).
Para entender estos impactos hay que saber que Argentina está expuesta a diversas amenazas dado que posee zonas costeras bajas; zonas áridas y semiáridas; zonas con cobertura forestal y zonas expuestas al deterioro forestal; zonas propensas a los desastres; zonas expuestas a la sequía y desertificación; y zonas de ecosistemas frágiles, incluidos ecosistemas montañosos[2].
Como ejemplo de ello un estudio del Banco Mundial: “Impactos de las crisis climáticas en la pobreza y la macroeconomía en la Argentina” analiza cómo el cambio climático ha afectado la economía del país y qué se espera a futuro. Al respecto, el calentamiento global augura un futuro en el que los desastres de origen natural se multiplicarán y se intensificarán y en este sentido no hay tiempo ni espacio que perder. Pero esto en nuestro país no debería sorprendernos.
En la mayor parte de la República Argentina no patagónica, durante el periodo 1960-2010 se observó un aumento de la temperatura media de alrededor de 0,5°C, con máximos mayores a 1°C en diversas zonas de la Patagonia. Asimismo, se observaron cambios en el este y en el norte del país respecto a la frecuencia de temperaturas extremas, menores heladas y mayor frecuencia de las olas de calor.
A su vez, la cantidad de días al año con olas de calor se duplicó entre 1960 y 2010, y se observó un aumento considerable respecto del número de días con olas de calor, en particular en las regiones próximas a la ciudad de Buenos Aires.
En cuanto a las proyecciones de temperatura, hacia fin de siglo las mismas prevén un incremento en todo el territorio nacional, destacándose el caso del noroeste argentino, con un aumento de más de 3°C para un escenario de altas concentraciones (PNAyM[1], 2019).
Para entender estos impactos hay que saber que Argentina está expuesta a diversas amenazas dado que posee zonas costeras bajas; zonas áridas y semiáridas; zonas con cobertura forestal y zonas expuestas al deterioro forestal; zonas propensas a los desastres; zonas expuestas a la sequía y desertificación; y zonas de ecosistemas frágiles, incluidos ecosistemas montañosos[2].
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Bodega Norton - Luján de Cuyo - Provincia de Mendoza |
Entre los principales escenarios por regiones, que se mencionan en el documento publicado correspondiente a la segunda contribución nacional se destacan las siguientes:
NOROESTE:
· Mayores impactos previstos por inundación y contaminación del agua de consumo.
· Incremento de olas de calor
· Aumento de condiciones favorables para el desarrollo de incendios forestales, rurales y de pastizales y mayor estrés en el ganado y en diferentes sectores productivos, a causa de períodos secos más largos durante el invierno y la primavera.
· La aceleración de los procesos de desertificación con impacto en los ecosistemas.
NORESTE:
· Impactos incrementales por inundaciones y anegamientos en comunidades e infraestructuras, incluyendo la caminería rural.
· Bajantes extraordinarias de los ríos provocan inconvenientes en la provisión de agua potable.
· Aumento de periodos de extrema sequía con mortandad de animales.
· Erosión de los suelos por sequías y por el aumento de caudal de lluvias, deforestación y degradación, que ocasionan cambios en sus condiciones físicas y pérdida de fertilidad.
CUYO:
· Aumento y prolongación de los periodos de escasez hídrica en la región.
· Restricciones en la disponibilidad de agua para el riego olivícola, vitivinícola y frutihortícola, para la generación de energía hidroeléctrica y para otras industrias, como la minera.
· Aumento de periodos de extrema sequía, que promueven condiciones favorables para el desarrollo de incendios forestales, rurales y de pastizales.
· Aumento de aluviones regionales en forma de eventos extraordinarios.
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Ciudad de Paraná - Provincia de Entre Ríos |
PATAGONIA:
· Reducción de caudales de ríos y la disminución de la disponibilidad de agua, que impacta negativamente en la generación de energía hidroeléctrica, en el riego, en el abastecimiento de agua y en actividades recreativas y turísticas.
· Riesgo de inundación y pérdida de infraestructura por el ascenso del nivel del mar en zonas costeras.
· Mayor frecuencia e intensidad de eventos extremos, tales como precipitaciones, vientos, heladas, nevadas e incluso olas de calor.
· Incremento de sequías, mayor evapotranspiración e intensificación del proceso de desertificación.
· Mayor riesgo de avalanchas por reducción del espesor y superficie cubierta de nieve.
· Pérdida de recursos escénicos por el retroceso de glaciares.
CENTRO (incluye Buenos Aires):
· Aumento de la frecuencia y duración de las olas de calor.
· Presiones incrementales en la infraestructura existente, por ejemplo, en la limitación de la distribución eléctrica en momentos de alta demanda durante eventos de temperaturas extremas.
· Incremento del nivel medio del mar en todas las provincias con litoral marítimo.
· Infraestructura de servicios públicos afectada como consecuencia de inundaciones asociadas al incremento del nivel medio del Río de La Plata.
· Aceleración de los procesos de desertificación.
· Aumento de periodos de extrema sequía, que promueven condiciones favorables para el desarrollo de incendios forestales, rurales y de pastizales y daños en los ecosistemas y las comunidades, con consecuentes pérdidas de hábitat.
Estas previsiones, el sector turístico debe considerarlas en todos sus procesos de desarrollo, gestión y promoción. Es por ello que, para realmente avanzar hacia el turismo sostenible, debemos considerar estos escenarios a fin de reducir los impactos que estos eventos puedan causar en el territorio.
Dicho esto, hay una frase de Gil Scott-Hernon que me gusta mucho: “nadie puede hacerlo todo pero todos podemos hacer algo” y con ella busco reforzar que el turismo puede modificar condiciones de vulnerabilidad en el territorio pero debemos estar convencidos de que realmente podemos hacerlo y por supuesto HACERLO!
Para que ello suceda lo primero que hay que tener en cuenta es que la mayor tracción debe surgir de abajo hacia arriba, es decir, desde el territorio local. Cada una de las localidades turísticas de nuestro país pueden potenciar la matriz productiva de sus economías locales a través del turismo pero hay que generar espacios y oportunidades para que los negocios turísticos organicen propuestas turísticas y las comercialicen.
Es decir, son los propios territorios locales los que deben elaborar y poner en práctica políticas encaminadas a promover un turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales, tal como lo menciona el ODS 8 (meta 8.9) elaborando y aplicando instrumentos para monitorear el desarrollo sostenible del turismo.
Las actividades de turismo sostenible (experiencias vinculadas al turismo de naturaleza en concordancia con experiencias de turismo cultural y comunitaria) son clave para crear conciencia ambiental, conservar y proteger el ambiente, respetar la fauna y la flora silvestres, la diversidad biológica, los ecosistemas y la diversidad cultural, y aumentar el bienestar y mejorar los medios de vida de las comunidades locales apoyando las economías locales y el medio humano y natural en su conjunto.
Pero para todo esto hay que crear capacidades a nivel local, para tomar real conciencia sobre la ya innegable necesidad de desarrollar un turismo sostenible. Pero también generar las condiciones y ese rol protagónico lo tienen los estados.
Para que ello suceda es el estado local, provincial y nacional que debe fomentar inversiones en el turismo sostenible, por ejemplo, instando a crear negocios turísticos locales pequeños y medianos y facilitar el acceso a recursos financieros como ser microcréditos. Y por supuesto reglamentar, orientar y generar reglamentos y directrices que promuevan al turismo sostenible. Todo esto son aspectos ya abordados en las anteriores opiniones acerca del turismo sostenible.
Por otro lado, es importante el rol que cumplen los visitantes, que hoy cada vez más se vuelcan a contratar servicios en empresa que sean responsables social y ambientalmente. El viajero sostenible se informa antes del viaje; se interesa por las tradiciones locales; practica la tolerancia, el respeto y la empatía; facilita la conservación de la biodiversidad y contribuye a mejorar el bienestar de las comunidades. Es decir, una buena estrategia para aquellos destinos que desean posicionarse como sostenibles, que estén adoptando medidas en pos de ello, es captar dichos segmentos de mercado que además está en franco crecimiento.
Para alcanzar la sostenibilidad, también es esencial el rol que cumplen las comunidades locales. En Argentina aún hoy hay una gran vacancia en la incorporación de proveedores, con prácticas culturales, o pequeños productores locales artesanales que amplíen la cadena productiva del sector y diversifiquen las oportunidades económicas. Se trata, en definitiva, de adoptar prácticas y procesos sostenibles, e incluso certificarlos con sellos.
Un ejemplo de ello sería, aprovechar la recolección de residuos plásticos pesqueros del borde marítimo argentino para que se recicle en cooperativas y se reutilice en la generación de mobiliarios o materiales que sirvan para generar equipamiento o infraestructura de uso turístico en áreas naturales protegidas o espacios públicos. Por supuesto que ello implica la responsabilidad de todos, empezando por el estado que es quien debe promover este tipo de economía circular.
Es decir, debemos (no solo podemos), entender a la sostenibilidad como un modelo de desarrollo ante la grave crisis global (no solo climática). Por más que haya gente que sistemáticamente se niega a reconocer la importancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como una agenda que nos sirve de guía para planificar en clave de responsabilidad, debemos saber que el desarrollo del país no puede basarse en una explotación desmedida de los recursos (naturales, culturales, sociales, etc.) para cubrir las carencias de la población (alimentación, vivienda, salud, empleo), porque estos recursos son la única plataforma, con la que cuentan las futuras generaciones de este país y del resto del mundo para poder satisfacer sus propias necesidades.
En este sentido creo fervientemente que el turismo sostenible es una respuesta crucial a los desafíos ambientales y sociales planteados por las presiones que el turismo convencional ha venido generando en los territorios turísticos. En un mundo donde la conciencia ambiental y la responsabilidad social son cada vez más importantes, el turismo sostenible es la alternativa para minimizar los impactos negativos y maximizar los beneficios tanto para las comunidades locales como para el entorno natural.
[1] Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático. Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable.
[2] Información de la Segunda Contribución Nacional. Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (2022). Pp.42