Delta eleva la gastronomía en las alturas: te contamos cómo es la nueva experiencia del chef José Andrés

Delta vuelve a mover la vara de la gastronomía a bordo. Desde el 4 de noviembre, la aerolínea inauguró una alianza con el chef José Andrés, figura clave de la cocina española contemporánea, para transformar por completo la experiencia culinaria en Delta One y Delta First

Es un cambio que no solo renueva el menú, sino que redefine la expectativa de quienes están acostumbrados a viajar —y comer— en clave de lujo.

El nuevo programa, que se irá implementando progresivamente hasta 2026, lleva al cielo sabores emblemáticos de España diseñados específicamente para conservar su textura, aroma y autenticidad a 9.000 metros de altura. No se trata de platos “inspirados por”: cada preparación pasó por la aprobación directa del chef y su equipo, ajustada al milímetro para funcionar en un entorno donde los sentidos se comportan distinto.

La propuesta mezcla tradición y modernidad. Una tortilla española con pisto que recupera la esencia del desayuno ibérico; costillas de ternera estofadas y bañadas con una salsa de mojo rojo que equilibra lo dulce, lo ahumado y lo acidulado; pimientos del piquillo rellenos que capturan la profundidad de la cocina regional; y un pollo al jerez que recuerda los hogares españoles sin perder sofisticación. Todo servido como una experiencia, no como una simple comida a bordo.

A esta apuesta se suma otro pilar clave para los viajeros que valoran la alta gastronomía: el programa de vinos 2026 de Delta One, una de las selecciones más ambiciosas que la aerolínea haya presentado. Curado por la Master Sommelier Andrea Robinson, el catálogo incluye etiquetas icónicas de Napa, Chianti, Borgoña y el Valle del Ródano, con rotación estacional y un enfoque claro en bodegas de prestigio con prácticas sostenibles. Champagnes, tintos profundos, blancos vibrantes: cada copa está pensada para acompañar y potenciar la propuesta culinaria.

La selección incluye nombres muy buscados por los aficionados al vino —como Stag’s Leap, Antinori, Trefethen, Matthiasson y VIK— que suelen encontrarse en restaurantes de alta gama, no en una bandeja de avión. Delta abandona así la vieja noción del “vino de cortesía” y lo transforma en un elemento de identidad premium.