Chubut: ¿Cuáles son las 6 experiencias del verano imperdibles en tu viaje por Esquel?


Hay destinos que se visitan. Y otros que se sienten. 
En Esquel, el verano se despliega con esa mezcla única de aire limpio, horizontes inmensos y silencio lleno de sentido, capaz de acomodar pulsos, resetear miradas y devolver una sensación rara en el mundo actual: bienestar.

Bajo el lema “Esquel te hace bien”, la ciudad y su entorno andino invitan a explorar sin prisa, moverse con intención y dejar que la naturaleza marque el ritmo. Este es un territorio donde el agua baja fría, los bosques hablan despacio y las montañas parecen custodiar secretos antiguos.

Estas son seis experiencias esenciales para vivir Esquel como la viven los viajeros que buscan autenticidad.


1. Kayak en Los Alerces: navegar un bosque de espejos verdes


En el
Parque Nacional Los Alerces, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, el agua es una protagonista silenciosa.

Lagos encadenados, ríos que serpentean entre montañas y un territorio que conserva intacta su belleza primigenia.

Desde el Río Arrayanes, con su verde esmeralda casi irreal, hasta la amplitud cristalina del Lago Futalaufquen, el kayak se vuelve una extensión del cuerpo. Navegar aquí es meditar en movimiento: el chapoteo suave del remo, el crujido del bosque, el viento patagónico que baja de la cordillera.

Excursiones de medio día o jornada completa permiten recorrer rincones como Lago Verde, Arrayanes o Rivadavia. Cada salida es una ceremonia íntima con la naturaleza.


2. El Alerzal Milenario: caminar hacia el tiempo profundo

Hay lugares donde el tiempo se detiene. En el Alerzal Milenario, el corazón sagrado del Parque, la noción de antigüedad toma otra escala.

El viaje comienza cruzando la pasarela del Río Arrayanes y continúa por un sendero que bordea el Río Menéndez hasta Puerto Chucao. Luego llega la navegación sobre el vasto Lago Menéndez, con vistas al Glaciar Torrecillas y a una isla solitaria que parece surgir de un cuento antiguo.

En Puerto Sagrario empieza la caminata final. Coihues, arrayanes, caña colihue… y, al final del sendero, el imponente Alerce Abuelo, un gigante de más de 2.600 años, tan alto como el Obelisco.

Estar frente a él no es turismo: es humildad, asombro y perspectiva.


3. Parapente: volar Esquel, sentir la Patagonia

Desde el aire, Esquel se vuelve una acuarela de montañas, valles y lagos.
El parapente —en vuelos biplaza junto a pilotos matriculados— convierte esa postal en una vivencia visceral.

La partida es desde Cerro 21 o Calfú Mahüida. Hay opciones de vuelo de distinta duración, algunas con caminata previa. Lo que comienza como un ascenso entre senderos cordilleranos termina en un despegue suave que abre un universo nuevo: silencio, viento, libertad, vértigo, felicidad.

Es una experiencia que cambia la manera de ver la ciudad… y de verse a uno mismo.


4. Canopy en Pueblo Alto: surcar el bosque como un vuelo patagónico

A 30 minutos de Esquel, Pueblo Alto propone una aventura aérea distinta:
plataformas entre árboles que alcanzan los 50 metros y un circuito de canopy que combina adrenalina, contemplación y juego.

El cruce del cañadón del arroyo Fontana por un cable de 500 metros es el momento cúlmine: un vuelo rasante sobre el Bosque Andino Patagónico, donde los aromas, los colores y el viento cuentan su propia historia.

El cierre tiene sabor local: un té de campo en una hostería patagónica con cocina a leña y vista al cordón Situación. Un abrazo cálido después de la aventura.


5. Kitesurf en Laguna Willimanco: un secreto caribeño en la cordillera


A solo 6 kilómetros del centro de Esquel, la
Laguna Willimanco es una sorpresa. Con su tono turquesa y su playa clara, parece un espejismo caribeño en plena montaña.

Cuando el viento patagónico despierta, los cielos se llenan de velas de colores. El kitesurf encuentra aquí un escenario ideal, guiado por instructores especializados del grupo Adicto al Viento.

La sensación es pura: libertad, velocidad, agua fresca y una línea de cordillera que enmarca la escena. Una experiencia diferente para quienes buscan un verano fuera del guion.


6. Astroturismo en Piedra Parada: un portal al universo

Hay noches que se recuerdan para siempre. En el Área Natural Protegida Piedra Parada, un territorio geológico de 55 millones de años, el cielo nocturno es uno de ellos.

Sin contaminación lumínica, con el silencio de la estepa y un paisaje que parece otro planeta, el astroturismo se convierte en una experiencia emocional: observar, aprender, descubrir. Las agencias locales proveen telescopios, láseres astronómicos, reposeras y el relato que da sentido a cada punto del firmamento.

Este lugar, además, será uno de los mejores observatorios naturales del mundo para el eclipse anular de sol del 6 de febrero de 2027.


Un verano para sentir en la piel

Esquel no se recorre: se respira. Cada una de estas experiencias tiene un pulso propio, pero todas comparten algo esencial: la posibilidad de reconectar, de volver a lo simple, de encontrar bienestar en la naturaleza.

Este verano, la Patagonia te invita a vivirla a tu tiempo. Porque cuando el paisaje, la aventura y la calma se encuentran, Esquel te hace bien.