(Por Paola Fritz) En un hermoso valle que se extiende entre las sierras de la Ventana y Pillahuincó, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires -en el partido de Tornquist- nos encontramos con un pueblito que nos habían recomendado visitar llamado Saldungaray.
A sólo ocho kilómetros de Sierra de
La Ventana, este destino turístico en ebullición (que forma parte del Programa Pueblos Turísticos) tiene algunos
atractivos que lo hace muy recomendable para visitar. Si uno accede
por el Sur, por la ruta 72, lo primero que lo sorprenderá será el
imponente portal de entrada del cementerio del pueblo, obra del
arquitecto Salamone (como el Matadero en Epecuén).
Más adelante se encuentra el acceso al
pueblo. Para conocer de primera mano este lugar pasamos por la
oficina de informes. Llama la atención por la modernidad de su
edificio, y la estupenda atención. Llegamos por la tarde, a la hora
de la siesta, cuando el silencio de los pueblos es total.
Allí nos comentaron que uno de los
puntos imperdibles de Saldungaray es el Fortín Pavón ubicado al
lado del camping municipal, totalmente reconstruido hace unas décadas
pero que lleva a imaginarnos cómo funcionaban los fortines en el
1800.
En la oficina de turismo también nos
recomendaron visitar la Bodega Saldungaray y la fábrica de quesos
Udi, un emprendimiento familiar donde se puede observar - por la
mañana- cómo es la labor en un tambo y cómo es el proceso para
obtener unos quesos que son manjares. En este caso por el horario en
que llegamos solamente pudimos recorrer el establecimiento por fuera,
ver los animales y llevarnos unos riquísimos quesos sardo y ahumado.
Luego visitamos un sorprendente
emprendimiento regional: los viñedos de la Bodega Saldungaray a solo
dos kilómetros, por camino de tierra, del centro urbano. La
actividad vitivinícola en la sierra no aparece hasta 2003, cuando
unos hermanos ingenieros agrónomos realizan un estudio del clima y
del suelo, y descubren que existe un microclima similar a ciertos terruños de Francia que permitiría su
desarrollo y deciden invertir. Eso nos explica la guía, durante la
visita que tiene un costos de 15 pesos por persona.
Éste es un lugar de gran amplitud térmica, y de fuertes vientos, que hacen bien al cultivo de la uva. No obstante, los emprendedores tuvieron que esperar unos años hasta que la vid diera sus frutos y otros años para que esos frutos fueran aptos para realizar vinos de calidad.
Hoy producen vinos jóvenes de ocho
variedades de uva y los comercializan a los visitantes y en algunos
locales de Sierra de la Ventana. El lugar también cuenta con un
restauarante que ofrece una alternativa gourmet -como empanadas de
carne de jabalí, canelones con bolognesa de ciervo o vizcacha en
escaveche- para el visitante.
La producción, en 20 hectáreas de
campo, es pequeña. La variedad más característica es el cabernet
franc, por su originalidad. Nos cuentan que a partir de esta bodega
empieza tímidamente a instalarse la actividad vitivinícola en la
región.
Qué bueno que este tipo de proyectos
prospere y sea un impulso para pueblos como Saldungaray que de a poco
van ganando en opciones para el visitante. Brindamos por ello con un
delicioso tinto, cabernet franc. Salud!