La organización informa que “el contenido de la página se presenta como un servicio público con la esperanza de poder ayudar a mejorar la seguridad de los viajeros”.
Hasta ahí todo bien. Pero el problema con este tipo de proyectos -que trata de centralizar la información sensible- es que pierde veracidad. La distancia se contrapone con la precisión de los hechos y muchas veces termina generalizando una sensación de temor innecesario a viajeros.
Lo mismo sucede con los informes que intentan analizar la peligrosidad de los destinos. Un buen ejemplo de la paranoia la describe Paco Nadal en su post ¿Es México un lugar peligroso para los turistas?
Noticias de este tipo: “Mapa de los destinos más peligrosos para turistas”, que surgen de llamados de alerta de las embajadas (de países como Estados Unidos, Canadá o Reino Unido) dejan mucho que desear puesto que se realizan con un fuerte argumento político.
Creo que el límite lo tendrían que establecer como convención ante situaciones de guerra/guerras civiles, catástrofes naturales o sanitarias. Pero de nada sirven los mapas que buscan despertar el temor de los viajeros.
Entiendo que cada uno sabe por experiencia, y por sentido común, a donde se dirige. En definitiva, antes que los ranking de sitios peligrosos, prefiero armar listas de lugares, ciudades o países a los que deseo viajar y conocer.