Esquel en otoño, una conexión con lo esencial y lo natural en la Patagonia



La ciudad chubutense, ubicada a los pies de la Cordillera de los Andes, y considerada por tercer año consecutivo ciudad hospitalaria, invita a disfrutar de la temporada de otoño con su propuesta de slow travel, para disfrutar desde la calma: un desayuno al pie de la montaña, una caminata por la orilla de un lago, una tarde de sauna o una cena especial de sabores locales. Tiempo para tener tiempo.

Grounding: conectar con la tierra: Desde hace unos años una nueva técnica terapéutica ha comenzado a acercar curiosos e investigadores del Grounding (también conocido como Earthing) en la búsqueda de acercarse nuevamente a los conceptos naturales, a una reconexión con la tierra y sus virtudes para que vayan influyendo poco a poco en nuestra respiración, para permitirnos aquietar nuestros pensamientos y, de esa manera, conciliar un sueño reparador y mejorar nuestro estado general de ánimo y de salud.



La técnica es simple y consiste en dejar que la piel esté en contacto directo con elementos naturales: caminar descalzo sobre la tierra por los verdes sombreados del Parque Nacional Los Alerces o una recorrida entre las piedras que surcan los lagos cristalinos que rodean la zona pueden influir positivamente en nuestro sentir.

Parar el cuerpo, activar el paladar. En la ciudad de Esquel la gastronomía local se abre a estas posibilidades imponiendo en sus recetas sabores cuidados, secretos autóctonos, y materia prima regional que, con simpleza y calidad, deleitan. 

Nosotros tenemos una carta variada durante todo el año”, señala Cristian de la Hostería y Restaurante Cumbres Blanca, pero también proponen alternativas para fechas especiales. “Por ejemplo, el menú este año en Semana Santa estuvo orientado al risotto con frutos de mar, la paella y la estrella de la casa que es la trucha patagónica con salsa de limón y papas españolas”, la más elegida entre los comensales y de la cual se conservan los secretos de su especial sabor.

El postre ideal viene en una canasta de merengue, rellena con frutos rojos de la zona, bañada con el mejor chocolate artesanal. Una combinación de texturas, aromas y temperaturas que nos permiten descubrirnos en el placer de compartir una mesa.

El trabajo de la hostería Cumbres Blancas lleva muchos años y, enclavados en ese espacio tan natural, han sabido crear ambientes donde el turista pueda continuar su búsqueda y relajación. Una sala de sauna y un espacio de masajes están disponibles tanto para los huéspedes como para todos aquellos que deseen agregar terapias y relajación en su paso por Esquel. Sólo alcanza con llamar y reservar.

Con los sentidos en la mesa. Lo tradicional y lo patagónico adquiere su forma a través de platos especiales, caseros, con sabores y aromas de la región. Así lo expresa Seba de Don Chiquino, un restaurante que desde hace 33 años abre sus puertas en Esquel. Él, junto a “la China” su señora, llevan 11 años atendiendo viajeros y turistas que se acercan a probar las tradicionales pastas rellenas (de masa casera, obvio) con los mejores sabores de la zona. “Un súper clásico son los ravioles rellenos con trucha ahumada. También los ravioles de salmón rosado en masa negra con salsa de azafrán se imponen para esta época en particular, pero son solicitados todo el año” relata.

Como no podía ser de otra manera, a la hora de lo dulce las frambuesas y los frutos rojos se imponen junto a un volcán de chocolate bien casero o a un brownie también de chocolate artesanal.



El tiempo para cada cosa. Pero relajarse también implica no estar pendiente del reloj y eso en La Luna lo saben; por ese motivo su cocina permanece abierta durante todo el día para que los comensales puedan degustar los más exquisitos platos a cualquier hora. El concepto de cocina es amplio en todos los sentidos.

Dejamos que los chefs puedan inspirarse, sorprendernos, elegir los productos que van a servir cada día en sus platos” explica Gonzalo, su dueño y continúa: “Por ese motivo funciona muchísimo el plato que lleva la pesca del día acompañado de verduras u otras creaciones”.

Comer con los sentidos es, sin dudas, el punto de referencia. Degustar con tiempo, con música, disfrutando el café de cortesía de la casa junto a un exquisito volcán de dulce de leche totalmente casero. Tiempo de disfrutar. Eso sí, en el lugar son pocas las mesas y la atención es muy personalizada, motivo por el cual reservar es la premisa.